viernes, 15 de agosto de 2008

Crónica de la Guerra de las Razas

Capitulo 1 (primera parte)

Hace ya mucho tiempo, hace ya cuatro generaciones elficas, que las razas se pelearon entre si. Fueron tiempos oscuros que sirvieron de diversión a algunos dioses que, desde el Ultros observaban la muerte y destrucción que en las Tierras Conocidas sucedía. Eglamur fue el funesto dios que comenzó con la guerra mas no fue en la gran esfera sino en el mismo Ultros donde comenzó. Sentado en su trono de la Asamblea observaba la diferencia en el pensamiento de cada dios, hasta de los que fueron surgiendo después del Viento Creador. La justa razón de Volcanón e Io, la apacibilidad de Limus, la sed creadora de Phan y Mystralya, la fuerza de Valis y Arrakis, la maldad de Ungoliath, Dite, Tiamath y Tauyaliachi, el calculo de Astac y la alegría de Merloth, a quien veía como una hermana, la serenidad de Oneiros, Zora y Joaquos y el misterio de Cronum. Después volteó a las esferas y las razas que hasta entonces habían surgido y las vio con sus grandes saberes y habilidades pero mas agudamente, con sus grandes defectos que eran comunes a todas ellas, la codicia y la envidia, así como una sed de poder y control que en los que no se manifestaba si estaba presente aunque muy en lo profundo del corazón. Luego vio las 19 sillas, una de ellas vacía, y a Cronum escribiendo en su libro y se les dirigió diciendo.

-¡Ea! Que es bueno lo que sucede en las esferas que con tanto empeño hemos ido guiando, con sabiduría las razas se desarrollan y nos rinden tributo, nos cantan y bailan, beben y se regocijan en nuestro honor. Pero aun con esto mi corazón se siente con pena por esas vidas que tan felices se celebran.

A lo que Volcanón, con su voz de trueno, respondió:

-¿Qué sombra cubre tu corazón, deidad de la mascara sonriente, que cambia esa mueca tan de repente y perturba tu faz así como nos causa extrañeza?

-¡Ay! –respondió Eglamur, el de la mascara de madera negra- Si mi voz pudiera llegar a agradecerles a estas razas que me agracian con bailes y fiestas en mi honor y en el de Merloth, la de la sonrisa plena, si mi mano pudiera estrecharse con las de ellos como un igual, si mi baile pudiera regocijarles el alma, como aquel pastor que, con su flauta tallada en modesta madera que corto de un joven fresno, toca incansable a otros pastores al caer el sol para restaurarles las fuerzas del espíritu tan perdidas después de la jornada; si pudiera contarles historias de lejanos reinos para ellos y causarles la sorpresa o el deseo de la aventura que les llevara a la exploración de tierras ignotas para su persona, cuyo descubrimiento les causara gran emoción y la feliz fama entre sus conocidos; mi alma, si esto pudiera yo hacer, estaría mas feliz de lo que ellos me hacen con sus festines en cada luna llena.

Merloth, la de dorados rizos como oro pulido, se le acerco a Eglamur aplaudiendo su anhelo con el suave sonar de su dorada arpa y dijo ante todos los dioses.

- He aquí que las palabras proferidas por este que por su pensamiento y acciones podría ser mi hermano, no son herradas, he visto que es buena la obra hecha por todos los dioses de la asamblea que han sabido gobernar de maneras justas y que aprueban las veneraciones de las razas en las esferas. Y también veo que las palabras del dios de la cambiante mueca y la pluma en el sombrero sugieren que seamos capaces de retribuir toda esa fe que nos mantiene vivos, que admitamos que esos seres mortales tan inferiores en poder nos aman y veneran y que este amor nos conforta y alimenta llenándonos de orgullo. Que poco nos cuesta el bajar a las esferas con esas criaturas no para enseñarles mas sino para estar entre ellos y confundirnos con ellos, vivir como ellos y así comprenderlos y, con un poco de humildad, regresarles un poco de ese cariño que nos otorgan.

A esta respuesta se unieron las de Joaquos, Astac, Mystralya y Valis quienes con gran alegría apoyaron las palabras de los dioses alegres. Al ver Volcanon que varios de los inmortales presentaban esa curiosidad por estar entre los mortales que les adoraban decidió darles la oportunidad de bajar del Ultros hacia las esferas quitando la gran cadena que cerraba las puertas que guardan la tierra de los dioses.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pinche Willys, pues estan chidas las historias lo malo es que son demasiado cortas, dedicales mas tiempillo pinche vatillo guevon.


Por lo demas va muy buena la historia.