lunes, 29 de septiembre de 2008

Crónica de la Guerra de las Razas Capitulo 1 (segunda parte)

Los dioses se preparaban para bajar a las esferas y dar guía mas certera a sus creyentes, mas Eglamur se encargaba de convencer a los demás dioses a que también lo hicieran al menos para dar credibilidad a su culto o aumentar esta por medio del miedo. Solo se negaron Oneiros, Ungoliath y Cronum de quienes, con voz de estrella, los dos primeros le respondieron cada uno dándole diversas razones.

-Carezco de necesidad de que esa cadena sea liberada- decía Oneiros, el que tiene dos estrellas por ojos- ya que yo conozco y convivo con todas y cada una de las razas sin necesidad de concilio o permiso de ninguno de ustedes, querido inmortal de las múltiples muecas, todas esas vidas son conocidas por mi y todas ellas me conocen y veneran, ya que no conozco criatura en las esferas que no sueñe y el sueño es mi reinado, yo lo he creado y lo seguiré expandiendo hasta el fin de los tiempos.

Dijo entonces Ungoliath, la tejedora de astros.

-La noche y el subsuelo son mi reino, las estrellas mi alimento y mi tarea, mis hijos e hijas no verán la luz del sol pero cada estrella les habla de mi y cada uno de ellos es una hebra en mi tela que ha de detener mentiras y engaños, Eglamur el astuto, padre de los zorros.

Cronum callaba mientras escribía en su grueso libro con la negra pluma y la misteriosa tinta, un atisbo de sonrisa se le dibujaba en el rostro. Eglamur, ofendido y, al mismo tiempo, divertido por la repuesta agresiva de Ungoliath, la que duerme en el éter, respondió haciendo una pronunciada reverencia.

-Hágase así, pues, de su palabra su voluntad, veneradas deidades, protestades del sueño y la oscuridad del plano de los astros, sepan pues que mi invitación queda en pie y que gran tristeza me llena el corazón al recibir sus negativas como única respuesta a una acción cuyo fin es la alegría y bienestar de los que no pueden morir. Pido sentidas disculpas si he ofendido su buena voluntad y ruego no perder, ni por un momento su amistad.

Después de esto se retiro a las puertas del lugar de los dioses donde Volcanon quitaba las cadenas e Io abría las puertas. Volcanon, el de la dorada bascula, dijo entonces:

-¡Sea pues! que a partir de hoy se registre en las tablas del Ultros que los dioses podrán bajar a las esferas como en un principio fue. Para que seamos adorados y venerados aun más tras enseñarles mas artes de los que ya tienen. Pero he hablado con Io, Dite y Tauyaliachi así como con Zora, la de la corona de hielo diamantino, y habrá un reglamento para bajar a las esferas. Dicho reglamento dice que a partir de hoy no bajaremos a las esferas en nuestra forma natural, tras cruzar las puertas del Ultros seremos una representación de nuestros poderes y será con esa forma que nos podremos involucrar con los habitantes de las esferas. Nuestros poderes sobre las esferas nos permitirán cierta cantidad de manifestaciones, las cuales tendrán facultades según nuestras influencias en las esferas y los cuales se manifestaran en su debido tiempo en función de nuestra maduración como semidioses.

La noticia y decreto desconcertó a los dioses que ahora temían ser mortales, mas nada podían hacer ya pues el poder se había desatado al romper el candado en las gruesas cadenas de relámpagos que cerraban las puertas del Ultros.

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